Te mira, te engaña y se estremece.
Un suspiro suave en una habitación templada donde respirar el aire cuesta trabajo, donde los ojos caen por su propio peso y tú te vuelves dócil.
Me acerco, te abrazo, noto tu pecho caliente, lleno de paz, lleno de secretos que no me pertenecen como tus sueños y tus miradas perdidas.
Un escalofrío recorre mi cuerpo, lo notas, lo noto, me enfrio y tengo calor.
Me siento tranquila y tu tán calmado que podría pasar lo peor y estar los dos pegados.
Me acaricias y no me contengo, en mi cara empieza una pequeña lucha pero intensa, el anochecer quiere aparecer pero los mares no quieren irse, ceden y me besas.
Anestésico local, todo se esfuma, estoy llena.
No me entiendo, me entiendes y me regalas una sonrisa, esa que dura muy poco, casi inexistente, alguna vez hace una visita.
Paredes blancas o marrones, no es posible recordarlas cuando la memoria incierta se centra en una persona.
Palabras opuestas, sentimientos contrarios a ellas.
¡Oh qué sería de nosotros si tomáramos todo al pie de la letra!
Predecible, dirías, tormenta, respondo.
Una noche de primavera con sabor a verano, recuerdos en forma de inspiración, escribo porque me gusta hacerlo,
porque me lo dicta el corazón.
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