Si te digo que no tengo fuerzas para hablar
créeme.
Si te escribo dejando el alma en cada palabra
léeme.
Pero, por favor, no me tengas en cuenta
cuando mis tinieblas me ciegan
y saco lo peor de mí.
Porque, aunque tú no me creas
ni me leas,
eres lo único por lo que sigo.
Y ya oigo tu reproche a lo lejos
diciéndome que valgo más que todo lo que digo.
Ya siento tus brazos alrededor de mi cuerpo
diciendo que me echas de menos.
Y tu mirada perdida que hace que me encuentre
suplicando que no llore.
Pero (me) he perdido,
en no sé donde,
ya que voy dejando pedazos míos
cada vez que te marchas.
Y por eso me completo cuando te veo,
aunque tú no lo sepas.